Como es bien sabido, la inexistencia de responsabilidad política del Jefe del Estado es una característica común de todos los regímenes políticos contemporáneos, ya sean Monarquías, ya sean Repúblicas. En el caso de los regímenes monárquicos, la falta de responsabilidad es absoluta, llegando a extenderse a los ámbitos civil y penal. Siguiendo esta tradición, todas las Constituciones monárquicas tanto españolas como europeas establecen, en unos u otros términos, la regla de la absoluta irresponsabilidad regia, fiel reflejo del viejo aforismo británico «the king can ‘t do wrong» (el Rey no puede hacer las cosas mal). En esta línea, nuestra Constitución de 1978 dispone en su artículo 56.3 que «la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad».